lunes, 19 de abril de 2010

Poesía, música, teatro, danza y más en EL REHILETE

Poesía, música, teatro, danza y más
en EL REHILETE

betorock
Ssssshhhh!!!! Se escuchó ese conocido gesto sonoro de “silencio” una vez que el anunciante dio aviso de apagar los celulares, porque el espectáculo iba a dar inicio. Se comenzaron a escuchar los acordes de la guitarra clásica del maestro Jesús Medeles Romero. El sonido bien preciso de las cuerdas de la guitarra inundaba cada rincón del recinto: el edificio del Centro Cultural Axixic (CCA). La penumbra total era abatida por veladoras dispuestas dentro de bolsas de papel en el piso, de la sala, del escenario y en las escaleras de acceso a este. Los invitados se distribuían en sillas dispuestas en la misma sala que fungió como escenario, así mismo en el balcón inferior y algunos observaban atentos desde el balcón superior, fluían las notas.
Se escuchó sobre la guitarra la voz de un viejo, que clamaba los versos de Lorca : Y que yo me la llevé al río /creyendo que era mozuela,/ pero tenía marido. /Fue la noche de Santiago /y casi por compromiso. / Se apagaron los faroles /y se encendieron los grillos.
La casada infiel, en voz y acento español. Magnífica.
Contrastaba esa voz con la del poeta y editor Mario Z. Puglisi, que desde un estrado, cómodamente sentado sobre una mullida silla y bajo la luz leve de una lámpara procedió a leer poemas de algún libro de su autoría. Punto, con esta voz terminaba cada una de sus intervenciones.
Luego, el cuarteto Medeles comienza con un tango que desarrolló con danza una pareja de la escuela de la maestra Judith Olivares. Todo esto ocurría mientras un lienzo sobre el escenario era pintado, bajo los preceptos de la estética estridentista, por el pintor Antonio López Vega. Obra que se subastaría al final.
La música del cuarteto seguía sonando para dar la bienvenida a la excelente bailarina que llenó con su figura los rincones a media luz del escenario-sala. Movimientos ágiles y contundentes, desplazamientos seguros y precisos, vueltas en el aire y en el piso. El público se vio tentado a aplaudir de la emoción. No, no se pudo aplaudir, las indicaciones eran que habría que hacerlo sólo hasta el final.
Se dio inicio a la parte dramática, de actores enfundados en un vestuario negro desde la cabeza hasta los tobillos, mantuvieron en vilo a los asistentes con el performance.
El pintor casi terminaba su obra, los músicos seguían tocando, los espectadores preparados para las ovaciones. El performance llegó a su fin y se vino la lluvia de aplausos.
Se dio terminada la velada con la plática, los comentarios, acompañados por una copa en la mano y con la mesa de las botanas. Excelente velada.

fuente: paginaquesiselee.com.mx

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